El amanecer del siglo XXI ha sido marcado por un cambio de paradigma liderado por el diseño arquitectónico sostenible, guiado por una conciencia aguda de nuestras huellas ambientales.
En este sentido, la arquitectura sostenible surge no como un estilo pasajero, sino como una necesidad, una filosofía que impulsa a la industria de la construcción hacia la sensibilidad ecológica y la eficiencia de recursos.
Es posible afirmar que este tipo de diseños y construcciones, son necesarios para mitigar los efectos del cambio climático, y, a su vez, colaboran en el desarrollo de ciudades donde el bienestar social sea el eje dinámico del desarrollo urbano.
Eficiencia energética: el corazón de la arquitectura sostenible
Podemos asegurar que la eficiencia energética es la fuerza motriz detrás de los diseños arquitectónicos sostenibles. En este sentido, el objetivo es crear edificios que reduzcan significativamente la necesidad de calefacción, refrigeración e iluminación artificial, disminuyendo así la dependencia de fuentes de energía no renovables que son perjudiciales para el ambiente.
A través de estrategias de diseño pasivo, los edificios se orientan para aprovechar las condiciones climáticas naturales. Elementos como la masa térmica, que involucra materiales que regulan naturalmente las temperaturas, y el aislamiento estratégico se emplean para retener el calor durante los meses más fríos y repeler el calor durante las temporadas de temperaturas elevadas, manteniendo naturalmente un ambiente interior cómodo para sus habitantes.
Además, sistemas activos, como sistemas HVAC altamente eficientes, iluminación LED y electrodomésticos con calificación Energy Star, reducen aún más el consumo innecesario de energía.
En este marco, innovaciones como sistemas automáticos de gestión de edificios pueden detectar la ocupación y ajustar el uso de energía en consecuencia, maximizando la eficiencia. La combinación de estrategias de diseño pasivo y activo asegura un enfoque efectivo para la conservación de energía.
Eficiencia hídrica: la búsqueda de eficiencia en la escasez del recurso
Por otro lado, el agua es el principal recurso y por lo tanto es conservada con meticuloso cuidado. En esta línea, los edificios diseñados con esta mentalidad tratan el agua como un recurso que se recoge, se usa, se reutiliza y se libera de nuevo en el ambiente en la forma más limpia posible.
Así también, instalaciones de bajo flujo, sistemas de riego eficientes y paisajismo resistente a la sequía son fundamentales para reducir el desperdicio de agua. Estas soluciones, junto con sistemas de reciclaje de agua, aseguran que cada gota se use juiciosamente.
Además, los sistemas de captación de agua de lluvia son un sello distintivo del diseño sostenible, capturando agua para varios usos, incluyendo riego y, con el tratamiento adecuado, para uso potable.
Por último, en áreas urbanas, los edificios sostenibles a menudo están equipados con techos verdes, que no solo ayudan en la gestión de aguas pluviales sino que también proporcionan aislamiento y hábitat para la vida silvestre urbana.
Un eje clave: la selección consciente de materiales
Afirman los especialistas que un edificio sostenible es tan bueno como los materiales de los que está hecho. Por lo tanto, arquitectos y diseñadores se están volcando hacia materiales con un menor impacto ambiental—aquellos que se reciclan y renuevan rápidamente o provienen de bosques certificados sostenibles.
En este sentido, la producción, transporte y ensamblaje de estos materiales se examinan por sus impactos en el ciclo de vida, incluyendo su energía incorporada—la energía total requerida para la extracción, procesamiento, transporte e instalación.
Materiales emergentes como el bambú, el corcho y el acero reciclado se están volviendo cada vez más populares debido a sus propiedades sostenibles. Además, el propio proceso de construcción está siendo reevaluado para minimizar los desechos, con componentes prefabricados y métodos de construcción modular ganando favor por su eficiencia y reducido impacto ambiental en el sitio.
Priorizando la calidad ambiental interior
Por otro lado, la arquitectura sostenible también se centra intensamente en la calidad del ambiente interior, reconociendo que los edificios no son solo estructuras sino hábitats donde las personas pasan gran parte de su tiempo.
En este sentido, los materiales y acabados que se utilizan dentro de estos espacios se eligen por sus bajas propiedades de emisión, asegurando que no desprendan contaminantes nocivos. La iluminación natural abundante y la ventilación son prioritarias, no solo por sus beneficios de ahorro de energía sino también por la mejora de la salud humana y la productividad.
Así también, la conexión con el ambiente exterior también es crucial para el bienestar mental y emocional. Características de diseño como paredes vivas, jardines interiores y características de agua pueden ayudar a purificar el aire y proporcionar conexiones restaurativas con la naturaleza incluso dentro de entornos urbanos densamente construidos.
Podemos afirmar que la arquitectura de sostenibilidad tendrá un mayor desarrollo en el futuro, producto de su necesidad de aplicación para mitigar el calentamiento global, pero también debido al desarrollo de nuevas tecnologías amigables con el ambiente.
Miguel Alberto Melhem es un destacado empresario en el sector inmobiliario de Argentina y Uruguay, conocido por su visión empresarial y su compromiso con la excelencia. Su carrera se ha centrado en el desarrollo de proyectos de real estate de alta gama, que han contribuido significativamente al paisaje urbano de ambas naciones.