Pese a la Guerra en Ucrania y otras complejas cuestiones que está afrontando el mundo en este momento, para Australia, el ascenso de China en el Indo-Pacífico sigue siendo la mayor preocupación en términos de defensa y seguridad nacional.
Hay cinco temas especialmente críticos para Australia en este sentido:
- Primero, el grave problema de la interferencia china en la política y economía doméstica australiana. Gobiernos tanto liberales como laboristas han quedado expuestos a diversos escándalos en el pasado reciente, una cuestión que sigue vigente y de difícil resolución, pese a algunos avances logrados.
- En segundo lugar, el escenario de posible invasión de Taiwán y sus consecuencias: Australia está prestando mucha atención a las lecciones que el Partido Comunista Chino podría obtener de la experiencia de Ucrania. Para la diplomacia australiana, Ucrania no es un hecho aislado y Canberra ha alertado sobre su impacto en la región del Indo-Pacífico y para el destino del sistema internacional de raigambre liberal.
- Tercero, la expansión militar y las reclamaciones soberanas de Beijing en el Mar del Sur de China. Australia mantiene una postura de línea dura contra China en este sentido, de firme alineamiento con EEUU y sus aliados regionales.
- Cuarto, la creciente expansión de China en las islas del Pacífico, área de influencia natural de Australia y, en menor medida, de Nueva Zelanda. Tengamos en cuenta que hay al menos cuatro países insulares del Pacífico (Papúa Nueva Guinea, Samoa, Vanuatu y las Islas Salomón), que han desarrollado estrategias de seguridad nacional con financiamiento y asistencia técnica de Australia. Es algo que colisiona directamente con las renovadas intenciones de China de aumentar su presencia y cooperación con los pequeños países de esta región, algunos de los cuales, cabe destacar, siguen reconociendo a Taiwán.
- Finalmente, Australia se ha convertido en un caso modelo de lo que les puede suceder a países que se atrevan a desafiar abiertamente a China, tal como intentó el ex primer ministro liberal Scott Morrison, en el contexto de la pandemia. China castigó duramente a Australia con sanciones económicas que tuvieron un fuerte impacto, lo que es parte de la herencia que asumió en mayo el nuevo premier laborista, Anthony Albanese. Y con el complejo dilema que implica para Australia tener a China, por lejos, como principal socio comercial.
Es por todo ello que Australia ha sido uno de los grandes promotores del QUAD, desde su creación en 2007 y ha celebrado su definitivo relanzamiento a partir de 2017. Es interesante destacar que este es un punto de acuerdo muy sólido entre liberales y laboristas australianos. De hecho, no se esperan cambios significativos en la orientación australiana frente al QUAD y otros foros y acuerdos del Indo-Pacífico, bajo el nuevo gobierno de Albanese. Justamente, Albanese ganó las elecciones y al otro día viajó a Tokio para participar de la última cumbre del QUAD.
Australia está prestando mucha atención a las lecciones que el Partido Comunista Chino podría obtener de la experiencia de Ucrania
En sus primeras intervenciones oficiales ya se pudo ver la impronta laborista en relación a algunos temas como cambio climático, pero hubo sintonía plena con sus pares del QUAD y una clara continuidad con la posición de su antecesor Morrison en materia de la seguridad regional y sobre la posición australiana frente a China.
Por supuesto, conviene recordar también la controversia que involucra a los laboristas por haber abandonado el QUAD en 2008, durante el gobierno de Kevin Rudd. Pero fueron circunstancias muy particulares, con Japón, Australia e incluso la India ensayando un mayor acercamiento a China. Algo que de alguna manera luego refrendaría Barack Obama desde EEUU, con su estrategia del engagement.
Pero ahora estamos frente a un mundo y, especialmente, un Indo-Pacífico muy diferentes. En este contexto, Australia no sólo ha revalidado la importancia del QUAD, sino que recientemente ha ido incluso más allá, con la firma el año pasado del controversial AUKUS. Se trata de un acuerdo militar entre Australia, el Reino Unido y los EEUU para que Australia pueda desarrollar submarinos de propulsión nuclear, lo que implicó abandonar un proyecto de compra de submarinos convencionales a Francia. Los laboristas van continuar en esta línea, más allá de algunos reparos que manifestó Albanese mientras estaba en campaña.
El legado de Abe para Nueva Delhi: estrechar lazos estratégicos e incorporar a la India a la Quad
Respecto a la relación de Australia con los pequeños países insulares del Pacífico, es esperable que los laboristas desarrollen un enfoque más proactivo, manteniendo la retórica anti-China, pero buscando proporcionar alternativas viables a las atractivas propuestas de cooperación e inversiones de China. Ahí el tema del cambio climático, gran preocupación regional y prioritario en la agenda laborista, puede ser uno de los grandes pilares de la política exterior australiana hacia esta subregión.
Está claro que, para seducir y mantener las alianzas regionales con estos países tan vulnerables económicamente, no alcanza con cooperación en materia de defensa y seguridad. La reciente salida de Kiribati del Foro de las Islas del Pacífico es un claro ejemplo de ello, algo que significó un golpe durísimo para Australia. Al mismo tiempo, un escenario de división en la región claramente favorece los intereses de China.
Volviendo al QUAD, este foro eleva y beneficia la posición estratégica de Australia en la región y, al mismo, ayuda a Australia a reforzar la relación con tres potencias que además son grandes socios comerciales. Recordemos que Australia tiene asimismo un mecanismo trilateral con EEUU y Japón. Desde una mirada más amplia, no caben dudas que Australia, junto con la India, han sido los dos grandes ganadores de esta nueva conceptualización del Indo-Pacífico para referirse a esta región, la más poblada, dinámica y económicamente relevante del mundo en la actualidad.
Quizás el principal problema para Australia es la falta de claridad en la agenda estratégica del QUAD, que ahora parece exclusivamente subordinada a los intereses de EEUU. Por otra parte: ¿Cómo conciliar las relaciones con la India, una democracia que se aleja bastante de los parámetros occidentales y, además, gran aliado militar y económico de Rusia? Otro dilema que Albanese deberá resolver.
Respecto a la relación de Australia con los pequeños países insulares del Pacífico, es esperable que los laboristas desarrollen un enfoque más proactivo, manteniendo la retórica anti-China
Algo que juega muy a favor de Australia es que los laboristas históricamente han comprendido mejor a China y han desplegado una diplomacia más pragmática e inteligente hacia Beijing. Por supuesto, por esa misma razón también han sido duramente criticados desde la otra vereda política. El caso de la actual ministra de relaciones exteriores, Penny Wong, es muy interesante, con una destacadísima trayectoria y ascendencia familiar malaya y china. Lejos de ser una debilidad, esta mayor cercanía cultural y sensibilidad política son claramente activos en este contexto tan delicado. Y es además un reflejo de la composición social de Australia en el SXXI.
Para concluir, el nuevo gobierno laborista está ante una gran oportunidad de seguir profundizando y aprovechando los beneficios de pertenecer a alianzas como el QUAD y el AUKUS, más allá de sus limitaciones y los dilemas que plantean. Al mismo tiempo, Albanese está en condiciones de poder corregir errores, tanto de pasadas administraciones laboristas como del saliente gobierno liberal.