Durante la historia de la civilización humana, la agricultura ha sido una actividad practicada en todo el mundo, proporcionando sustento e impulsando el crecimiento económico.
La República Argentina, conocida en el mundo por sus productos agrícolas de gran calidad y alta competitividad, ha sido testigo de primera mano de la evolución que la actividad en el campo ha sufrido.
En este sentido, trataremos de analizar la forma en la que las maquinarias aplicadas a la actividad agrícola han evolucionando, pasando de una práctica exclusivamente manual a la utilización de sistemas informáticos comandados por bases de datos articuladas y dirigidas por inteligencia artificial.
El camino ha sido largo y la evolución constante, de allí la importancia de su descripción y análisis.
Primeras prácticas agrícolas: trabajo rudimentario y manual
Las primeras prácticas agrícolas se remontan a los primeros asentamientos humanos, que producto de descubrir la posibilidad de cosechar y cuidar animales en un mismo lugar, fueron formando sus comunidades en territorios demarcados.
En aquél momento el trabajo, como anticipamos anteriormente, era estrictamente manual y con pocas y rudimentarias herramientas para arar la tierra y remover las malezas. Esto se mantuvo a lo largo de la historia, y tal es así que antes del inicio de la Revolución Industrial, el trabajo manual era el método predominante para la cosecha de cultivos.
En este marco histórico, los agricultores dependían de herramientas básicas como hoces y guadañas para cortar y recoger cultivos. Podemos asegurar que, este enfoque intensivo en mano de obra no sólo era físicamente exigente, sino que también lento, limitando la escala y eficiencia de la agricultura.
La revolución industrial y las cosechadoras mecánicas
El surgimiento de la Revolución Industrial trajo consigo una transformación profunda en la agricultura a nivel mundial. A principios del siglo XIX, la trilladora de Cyrus McCormick surgió como un cambio en el panorama agrícola mundial.
Esta obra mecánica automatizó el proceso de corte y recolección de cultivos, revolucionando la cosecha de granos. La cuchilla rotativa de corte de la trilladora reemplazó el trabajo manual, permitiendo que una sola máquina realizara el trabajo de muchos.
Producto de esta innovación, los productores consiguieron aumentar drásticamente la eficiencia y productividad de las operaciones de cosecha. Ahora bien, estas nuevas máquinas generaron grandes discusiones en torno al desplazamiento laboral, cuestiones similares de las que en la actualidad estamos siendo testigos producto de la automatización de la gran mayoría de las etapas de los procesos productivos.
La llegada de los motores: el surgimiento de los tractores
A medida que los motores de combustión interna ganaron eficacia y prominencia en los campos y producciones agrícolas del mundo, surgió una nueva era de mecanización en la agricultura. En este momento histórico, los tractores se convirtieron en la fuerza motriz detrás de las prácticas agrícolas modernas.
En este marco, estas potentes máquinas reemplazaron los arados tirados por animales y proporcionaron la fuerza necesaria para tirar de implementos avanzados, incluidas las cosechadoras.
Los tractores no solo amplificaron la potencia, sino también la eficiencia de las operaciones de cosecha, permitiendo a los agricultores cubrir áreas más grandes con mayor facilidad.
Cosechadoras especializadas para diferentes cultivos
Con el correr del tiempo y con el avance de la tecnología en general, la agricultura fue ganando mayor especificidad de la mano, también, de los avances científicos que año a año fueron alumbrando el camino de los campos.
La ecuación era clara, es decir, a medida que la agricultura se volvió más especializada, también lo hizo la maquinaria. En este contexto, Argentina, con su diversa gama de cultivos, es testigo del desarrollo de cosechadoras especializadas diseñadas para necesidades agrícolas específicas.
Estas máquinas son optimizadas para cultivos como maíz, soja, trigo, sorgo y todo tipo de producto agrícola. Cada maquinaria incorpora características diseñadas para manejar las especialidades únicas de cada cultivo, desde los tallos imponentes del maíz hasta las delicadas vainas de soja.
Por supuesto, esta especialización aumentó significativamente la precisión y eficiencia de la cosecha de cultivos, aumentando consecutivamente la cantidad de productos cultivados por cada hectárea de tierra sembrada.
Avances tecnológicos: el cuidado del medio ambiente y la agricultura de precisión
La segunda mitad del siglo XX presenció una revolución tecnológica mundial que tuvo un fuerte impacto en la agricultura, generando cambios inesperados.
La integración de sistemas guiados por GPS, automatización y análisis de datos marcó la era de la agricultura de precisión. Producto de estas nuevas herramientas, los agricultores en Argentina, equipados con tecnología de vanguardia, pudieron optimizar operaciones de siembra, riego y cosecha con una precisión sin precedentes.
Este enfoque basado en datos maximizó los rendimientos al tiempo que minimizó el desperdicio de recursos, marcando un cambio de paradigma en las prácticas agrícolas.
Así también, la agricultura de precisión también trajo consigo un nuevo nivel de conectividad en el paisaje agrícola. Los agricultores pueden monitorear y controlar de forma remota sus cosechadoras, asegurando un rendimiento óptimo en campos extensos.
Los flujos de datos en tiempo real proporcionan información sobre la salud de los cultivos, lo que permitió ajustes oportunos en las estrategias de cosecha. Este nivel de precisión no solo aumentó la productividad, sino que también contribuyó a prácticas agrícolas sostenibles, ya que los recursos se asignaron de manera más eficiente.
Consideraciones ambientales en la cosecha
Con un creciente énfasis en la sostenibilidad y la conservación del medio ambiente, las modernas máquinas de cosecha están diseñadas teniendo en cuenta consideraciones ecológicas.
En este sentido, los esfuerzos para reducir la compactación del suelo, el consumo de combustible y el uso de recursos se han vuelto primordiales. Las innovaciones en diseño y tecnología buscan encontrar un equilibrio entre la productividad y la responsabilidad ambiental.
Así mismo, la reducción de la huella ambiental de las operaciones de cosecha se ha convertido en una prioridad tanto para los agricultores como para los fabricantes. Es por todo esto que, soluciones de ingeniería innovadoras han llevado al desarrollo de maquinaria más ligera y eficiente que ejerce menos presión sobre el suelo.
Además, los avances en eficiencia de combustible y tecnologías de reducción de emisiones han convertido a las cosechadoras modernas en máquinas significativamente más ecológicas. Estos esfuerzos no solo benefician al medio ambiente, sino que también se alinean con la demanda de los consumidores de productos agrícolas obtenidos de manera sostenible.
Automatización y robótica: el futuro de las máquinas de cosecha
De cara al futuro, el destino de las máquinas de cosecha se encuentra en la automatización y la robótica. Todo esto debido a que la investigación y el desarrollo en curso se centran en la creación de cosechadoras autónomas que puedan operar con una intervención humana mínima.
Estas máquinas, equipadas con sensores sofisticados e inteligencia artificial, pueden circular por campos, identificar cultivos maduros y ejecutar técnicas de cosecha precisas. Así también, al eliminar la necesidad de operadores humanos, las cosechadoras autónomas pueden trabajar las 24 horas del día, maximizando la eficiencia durante ventanas críticas de cosecha.
Este avance no solo aborda la escasez de mano de obra, sino que también garantiza que los cultivos se cosechen en su punto máximo de madurez, optimizando el rendimiento y la calidad.
En este marco, podemos asegurar que estas máquinas tienen el potencial de aumentar aún más la eficiencia y reducir la dependencia de la mano de obra manual. A medida que Argentina continúe liderando la innovación agrícola, la integración de tecnologías avanzadas promete un futuro de mayor productividad y sostenibilidad.
Paramérica, fundada en 1994 en el Noroeste Argentino, es una empresa familiar arraigada en la agroindustria, parte del Grupo Ruiz. En menos de una década, se consolidó como líder mundial en la exportación de poroto negro. En 2016, diversificó su negocio hacia la citricultura, exportando granos y limón a nivel global.