El primer ministro Fumio Kishida envió el martes una ofrenda ritual al santuario de Yasukuni, en Tokio, considerado por algunos como un símbolo del pasado militarista de Japón, mientras la nación conmemoraba el 78º aniversario del final de la II Guerra Mundial.
Por otra parte, la ministra de Seguridad Económica, Sanae Takaichi, visitó el santuario sintoísta, lo que supone el cuarto año consecutivo en que un miembro del Gabinete ofrece oraciones en Yasukuni en el aniversario de la rendición de Japón en la guerra.
Kishida envió la ofrenda «masakaki» al santuario, que durante mucho tiempo ha sido fuente de tensiones diplomáticas con China y Corea del Sur. El primer ministro, que encabeza una facción moderada dentro del Partido Liberal Democrático, conservador y gobernante, evitó una visita en persona, como ha hecho anteriormente.
Pagó la ofrenda personalmente bajo el título de líder del PLD, dijo un legislador oficialista. En lugar de visitar Yasukuni, Kishida depositó flores en el cercano Cementerio Nacional de Chidorigafuchi.
El santuario de Yasukuni honra las almas de los más de 2,4 millones de muertos en la guerra del país, pero los líderes japoneses condenados como criminales de guerra en un tribunal internacional posterior a la II Guerra Mundial también están consagrados allí.
Entre los políticos de alto rango, el jefe de política del PLD, Koichi Hagiuda, presentó sus respetos en Yasukuni, así como un grupo multipartidista de legisladores que lo visitan regularmente.
Takaichi, conocida por sus opiniones de línea dura en asuntos de seguridad, dijo a los periodistas tras visitar el santuario que ofrecía sus condolencias a los que perdieron la vida «por una política nacional».

En respuesta al homenaje de Kishida y a la visita de otros legisladores al santuario, el Ministerio de Asuntos Exteriores surcoreano expresó su «profunda decepción y pesar» al afirmar en un comunicado que el santuario «glorifica las pasadas guerras de agresión de Japón y consagra a criminales de guerra».
Aunque los lazos bilaterales han ido mejorando, y Seúl anunció a principios de este año una solución a una antigua disputa sobre indemnizaciones laborales en tiempos de guerra, el ministerio dijo que pedía a «las figuras responsables de Japón que afronten la historia de frente y demuestren una humilde reflexión y un genuino remordimiento por el pasado».
El martes, Pekín hizo una seria reclamación a Tokio por los movimientos de Kishida y Takaichi.
El santuario de Yasukuni honra las almas de los más de 2,4 millones de muertos en la guerra del país, pero los líderes japoneses condenados como criminales de guerra en un tribunal internacional posterior a la II Guerra Mundial también están consagrados allí
«La actuación negativa de los políticos japoneses en relación con el santuario refleja una vez más la actitud equivocada de Japón hacia la historia», declaró en rueda de prensa el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Wang Wenbin.
Wang subrayó que afrontar y reflexionar sobre su propia historia de agresiones es un requisito previo para que Japón restablezca y desarrolle relaciones normales con sus vecinos asiáticos.
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«Instamos a Japón a extraer lecciones de la historia, mantenerse en la senda del desarrollo pacífico y tomar medidas concretas para romper con el militarismo y evitar seguir perdiendo la confianza de sus vecinos asiáticos y de la comunidad internacional», añadió.
Las visitas anteriores al santuario por parte de primeros ministros, como el asesinado Shinzo Abe, y otros legisladores han suscitado duras críticas por parte de China y Corea del Sur, donde el recuerdo del militarismo japonés antes y durante la guerra es muy profundo.
Japón invadió una vasta franja de China antes del final de la Segunda Guerra Mundial y gobernó la península coreana de 1910 a 1945.
En diciembre de 2013, Abe, conocido como un halcón de la seguridad, hizo una visita al santuario, lo que enfureció a Pekín y Seúl, mientras que Estados Unidos, aliado clave de Tokio en materia de seguridad, dijo que estaba «decepcionado» por las acciones de Abe porque la medida exacerbó «las tensiones con los vecinos de Japón.»
Con el aparente objetivo de evitar la confrontación, los últimos primeros ministros han enviado ofrendas al santuario para sus festivales bianuales de primavera y otoño, así como para el aniversario del final de la II Guerra Mundial en 1945.
Las relaciones entre Tokio y Pekín se han deteriorado recientemente, ya que China se opone firmemente al plan de Japón de verter en el océano Pacífico agua radiactiva tratada procedente de la central nuclear de Fukushima, paralizada por un devastador terremoto y el consiguiente tsunami en 2011.
En 1978, Yasukuni añadió 14 criminales de guerra de clase A, entre ellos el primer ministro en tiempos de guerra, el general Hideki Tojo, a las deidades consagradas, suscitando controversia dentro y fuera del país. Tojo fue ejecutado en la horca por crímenes contra la paz.