Hasta hace relativamente poco, el cinéfilo voluntarioso debía tener, además de la cotidiana, una vida complementaria. Además del tiempo dedicado al trabajo y otros asuntos menores, debía dejar una buena cantidad separada, disponible para asistir a diversos festivales o cineclubs; recorrer sórdidas ferias y galerías en busca de algún tesoro perdido; o merodear el sillón si la revista del cable anunciaba alguna película rara, desconocida, difícil de hallar o de algún país no occidental. Casi todos esos obstáculos (que el cinéfilo voluntarioso transitaba con esfuerzo pero con placer) fueron más o menos sorteados con el correr de esta última y vertiginosa década con la aparición del streaming.
Una de las maravillosas características de la era digital, sin embargo, consiste en que, a pesar de la democratización y masificación de los contenidos audiovisuales, sigue siendo necesaria, para ordenar y jerarquizar la inabarcable cantidad de material disponible, la tarea arqueológica de aquellos románticos buscadores de tesoros. Una cosa escondida entre muchas puede ser igual de inhallable que otra visible entre muchísimas más.
Jorge Luis Borges decía que ordenar una biblioteca es ejercer, de una manera silenciosa, el arte de la crítica. Buscar y recomendar contenido oculto entre los pliegues de las plataformas de streaming, y atreverse a indagar en otras aún desconocidas, o de países lejanos, tal vez sean formas más contemporáneas de aquel ejercicio crítico, además de grandes desafíos para la curiosidad.
Todo lo que proviene de China ofrece, para el ojo latinoamericano promedio, el doble regalo de lo voluminoso y lo desconocido. Ya no sorprende escuchar las inverosímiles cifras de reproducciones, usuarios, televidentes, clics o suscripciones que suelen acompañar las noticias sobre su industria del espectáculo, y las plataformas de streaming en China no son la excepción.
Si bien Netflix y Amazon Prime Video lideran el negocio, a nivel global, en cantidad de suscriptores, lo siguen cada vez más de cerca tres empresas chinas aún poco conocidas en América Latina: Tencent Video, IQiyi (“el Netflix chino”) y Youku (“el Youtube chino”), con 120, 119 y 90 millones de suscriptores pagos, respectivamente.
Youku es parte del grupo Alibaba y aunque, al igual que YouTube (prohibida en China), fue pensada inicialmente para reproducir videos de corta duración subidos por los propios usuarios, posee hoy en día numerosos acuerdos con compañías de cine y televisión que estrenan allí su contenido exclusivo. En Youku pueden verse, también, una gran cantidad de películas occidentales debido a que las leyes de derechos de autor para las plataformas en China, sobre estos productos, son a veces más laxas o de difícil aplicación. Como contrapartida, y al igual que en las otras dos plataformas que veremos, coexiste en Youku cierto grado de censura. En los últimos días, esto tomó especial notoriedad al conocerse la versión recortada de la reunión de Friends que transmitieron.
A pesar de su indudable popularidad en China, la plataforma de streaming Youku parece aún lejos de un desembarco exitoso en América Latina, y es además la única que todavía no cuenta con una versión en español. La superposición de su material, y de sus principales usos, con la ya muy extendida YouTube, quizá haga difícil en el corto plazo una expansión latinoamericana. La expansión geográfica llegará, probablemente, de la mano de más acuerdos con compañías productoras de cine y series, y del aumento de la oferta de videos profesionales y exclusivos.
Tencent Video forma parte de Tencent Holdings Limited, una de las multinacionales tecnológicas más grandes del mundo, que abarca desde redes sociales y servicios de mensajería como WeChat hasta videojuegos e inteligencia artificial. La estrategia comercial o el diferencial de Tencent Video con respecto a sus dos competidores cercanos consiste en el desarrollo de contenido original y en su posterior venta al extranjero. Su fuerte reside en las series de televisión, aunque también ofrece películas y programas de entretenimiento. El público latinoamericano puede acceder, desde la versión internacional llamada WeTV, a una generosa cantidad de material gratuito y subtitulado al castellano. Algunas series, en cambio, requieren el pago de una suscripción, con una astuta particularidad: te permiten ver algunos capítulos gratis antes de empezar a cobrarte.
Tencent Video es la plataforma ideal para aventurarse en el inagotable mundo de los C-Dramas, es decir, de las series dramáticas producidas en China. Al igual que Corea del Sur con sus K-Dramas, una de las puntas de lanza, junto al K-pop, de la exitosa industria coreana para expandirse culturalmente (y ejercer el famoso soft power), China comenzó hace ya tiempo a prestar especial atención a la producción de sus propias series. Actualmente, China es el máximo productor de dramas de este tipo a nivel mundial, con un destacado protagonismo en el mercado asiático. Quizá uno de los grandes desafíos sea, para el C-drama, lograr lo que el K-drama o el K-pop lograron en países latinoamericanos como Chile o Perú, donde se convirtieron en verdaderos fenómenos de popularidad.
IQiyi, cuya estética y estructura nos recuerda inmediatamente a la de Netflix (mantuvieron, entre 2017 y 2019, un acuerdo de intercambio de producciones originales), fue fundada por Baidu, el motor de búsqueda más popular de China, y pareciera ser la plataforma de streaming que más fuerza está haciendo por entrar en el mercado latinoamericano y de habla hispana en general, desde que inauguraron la versión en español hace ya casi un año. Con una oferta más repartida entre el cine y las series, se encuentra, al igual que Tencent Video o Netflix, orientando cada vez más su estrategia hacia la producción de su propio contenido.
Un breve repaso por algunas recomendaciones de las películas estrenadas en IQiyi en 2020, o de algunos C-Dramas exitosos, nos delimita, tras cotejarlos en IMDB o FilmAffinity (dos de las bases de datos y sitios de crítica cinematográfica más consultados en América Latina), el atrayente abismo que aún tenemos por delante. Tanto las películas como las series tienen allí pocos votos, es decir que aún poca gente las vio, por estos lados. Para cualquier cinéfilo voluntarioso, crítico silencioso o curioso en general, estas tres plataformas chinas representan la posibilidad de un nuevo oasis al que deberán, con paciencia, ir descubriéndole uno a uno los secretos.
Maestrando en Historia (UTDT). Vende libros y arte en @bienvenidobob