
Se confirmó que el próximo domingo 28 de mayo a las 16 hs, Hamano Ryuho, reconocido maestro calígrafo, cuya muestra “La impermanencia” se está presentando en La Casa de la Cultura de Buenos Aires, realizará una performance en vivo de caligrafía de grandes dimensiones, repitiendo la experiencia que realizó el 5 de mayo, cuando la muestra se inauguró.
Tener a un sensei de esta importancia de visita en la Ciudad representa una oportunidad única, que ReporteAsia aprovechó para entrevistarlo por segunda vez y seguir indagando sobre el “Shodo”, o el “Camino de la Caligrafía”, un sendero de perfeccionamiento técnico, artístico y espiritual que involucra a la escritura de ideogramas con pincel, y que está considerada como una de las formas más antiguas y finas de arte tradicional de Japón.

Hamano es un personaje sorprendente, con una historia personal muy interesante. Nació en Fukui, Japón en 1960. Estudió caligrafía con el maestro Fukuse Gaki desde 1978, y se especializó en sellos Tenkoku durante sus múltiples viajes de estudios a China.
Actualmente reside en su país natal, donde lleva a cabo una vasta actividad en el campo de la caligrafía. Sus exposiciones son conocidas por tratarse de instalaciones gigantescas que cubren toda la superficie de las paredes e incluso partes del piso. Ha realizado numerosas exposiciones individuales y talleres en varios países del mundo, como EE.UU, España, Italia, Alemania y países de América Latina, entre otros. En Argentina, en 2016, presentó la muestra “Takara” o tesoro, en el Palais de Glace.

Desde ReporteAsia el año pasado pudimos entrevistarlo por primera vez, durante una de sus recurrentes visitas a la Argentina para impartir talleres y cursos, y de esa forma, nos adentramos en un mundo misterioso para los occidentales: la caligrafía oriental. Decididamente, para el ojo occidental, los ideogramas de la escritura china o japonesa, entre otras, resultan fascinantes, extraños, estéticos, pero incomprensibles al mismo tiempo.
En esa charla, Hamano sensei nos comentaba que “En la actualidad, en Occidente hay mucho interés por los caracteres, pero también se los toma como si fueran un dibujo. Y esos intereses muchas veces están amarrados a lo que se ve en la superficie, pero hay cosas que no se ven en la superficie. El Shodo enfatiza sobre aquello que no se ve de las palabras. Lo que no ves de las palabras, es lo que sentís”.
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El desafío que plantea Hamano sensei es valioso: nos ayuda a poner a un lado las palabras, lo que vemos de ellas, lo obvio, lo que sabemos de ellas, y nos invita a que nos dejemos llevar por las emociones y los sentimientos involucrados en las pinceladas que componen los ideogramas, en los espacios cubiertos con tinta, como también en los espacios vacíos, buscando una comprensión superior de la palabra y de su significado como obra de arte.
En esta segunda charla con Hamano sensei -y la gentil asistencia de Claudio Bochatay, quien ofició de traductor-, continuamos nuestra búsqueda de comprensión sobre la caligrafía, ahora enfocándonos en el concepto “impermanencia”, que sintetiza el espíritu de una muestra impactante y ecléctica, en la que la edificación de estilo europeo del ex-edificio del diario La Prensa, donde está ubicada la Casa de La Cultura, se ve intervenida por telas y lienzos de 8 a 10 metros de altura cubiertos de caligrafía oriental, generando un ambiente mágico e intrigante.
Sensei, ¿con qué criterio organizó y curó las obras que se exhiben actualmente en Buenos Aires?
No pensé algo en particular, están ubicadas como llegaron. Pero sí, fue mucho más difícil que en mis experiencias anteriores porque este no es un espacio para hacer exhibiciones. Yo siempre venía haciendo las exhibiciones en museos, galerías de arte, pero este espacio es diferente, ya que los sectores donde se pueden exhibir obras están limitados por la arquitectura del lugar.
“El Shodo enfatiza sobre aquello que no se ve de las palabras. Lo que no ves de las palabras, es lo que sentís”
Desde que el año pasado vine a visitar este edificio, donde, vaya coincidencia, se solían imprimir diarios (letras), me di cuenta que iban a haber ciertos desafíos para montar la muestra. Volví después a Japón, y estuve pensando de qué manera podía exponer la obras. Entre las obras que ves aquí, hay muchas que fueron escritas y pensadas especialmente para este espacio.
¿Cómo interpreta el concepto de “impermanencia”?
El tema de esta obra “La Impermanencia”, viene un poco conectado a la exposición anterior, que se realizó en el Palais de Glace en 2016, llamada Takara o “tesoro”, que estuvo basada en mi experiencia viajando por todo el mundo difundiendo la caligrafía, cuando comprendí que viajando me había encontrado con innumerables tesoros llamados “personas”.

Pero terminada esa experiencia, empecé a escribir una obra llamada “Nagare”, que en japonés significa fluir, como el agua de Iguazú que viaja por el Paraná y luego llega al mar, se evapora, se transforma en nube y vuelve en forma de lluvia otra vez a la tierra. Yo también en estos 7 años desde la muestra “Takara” he vuelto de la misma manera a Argentina. Es algo que no se detiene. En esa repetición, en ese fluir, vamos a alcanzar el punto final de nuestras vidas. Nosotros fluimos dentro del tiempo dado en nuestras propias vidas. “Mujō” en japonés, significa “impermanencia”, y encuentro que está muy relacionado con la idea de fluir.
En conclusión, esta muestra es un espacio rodeado de caligrafía japonesa en la que a través de los diversos tipos de letras deseo expresar mi profundo agradecimiento, y hacer de esta oportunidad un momento para repensar lo que significa “vivir”.
¿De qué manera conecta los conceptos “impermanencia” y “fluir” en su obra?
Hace mil años en el pasado, quizás 800 años, porque ya existía para entonces el poeta Kamo no Chōmei, quien escribió el clásico conocido como Hōjōki, podemos encontrar que uno de los primeros conceptos a los que se refiere la obra es “fluir”. Es una de las palabras que desde entonces viene a formar la identidad de los japoneses. También encontramos conceptos similares en el Heike Monogatari, una obra del siglo XIII en la que se encuentran ideas similares, que han influenciado profundamente el pensamiento de los japoneses.
“Nagare” es fluir, es cambio constante. Y yo volví después de 7 años a exhibir en Buenos Aires, sabiendo que en este tiempo muchos han fallecido, ya que hemos pasado tiempos muy complejos por el Covid-19, pero hoy estamos aquí, y la idea de la impermanencia es para festejar que todavía estamos aquí. Dentro de ese fluir lo que queda es el registro o la memoria, aunque también sea impermanente.
Esta exposición que ves hoy aquí, solo puede llevarse a cabo ahora, si pensamos en 5 años a futuro, tal vez mi pensamiento ya haya cambiado, y por eso ya no sería igual la muestra ni sus contenidos. Eso es fluir, eso es impermanencia.
¿Cómo combina los elementos grandes y los pequeños en su caligrafía?
Una obra es un espacio, y el punto principal es el uso del balance. Por ejemplo, cuando trabajo con los sellos Tenkoku, el espacio que representan es pequeño y puedo jugar de una manera diferente con ellos, que es muy distinto al trabajo que hago cuando escribo grandes caracteres. Pero, entre la caligrafía y los sellos, entre lo grande y lo pequeño, existe una relación simbiótica, un beneficio mutuo, porque ambos elementos se retroalimentan.

También transpolo lo pequeño con lo grande, busco combinarlos. Por eso, cuando escribo en una pequeña hoja, no hago más que llevar lo grande a un espacio reducido. Otro aspecto es contrastar los tamaños entre las obras y los ideogramas. Dentro de esta impermanencia de las cosas, también está el hecho de confrontar lo grande con lo pequeño.
Sensei ¿cómo encara la escritura de ideogramas de grandes dimensiones en superficies amplias?
Cuando voy a escribir una obra de gran tamaño, primero voy buscando en mi interior diferentes imágenes, pero lo hago sin pensar, no lo estoy pensando, el cuerpo se mueve por sí solo. Igual que cuando se toca el piano, suele pasar que los dedos se mueven solos, hay algo inconsciente que sucede allí. De esta misma manera, voy viendo dónde van a estar distribuidas las palabras. Cuando comienzo con el primer trazo, ya instintivamente sé cómo se va a dar la ubicación de los demás caracteres.
“Mujō en japonés significa impermanencia, y encuentro que está muy relacionado con la idea de fluir”
Quiero aprovechar este momento de mi vida, para escribir y exhibir obras de grandes dimensiones. Quizás en 10 o 20 años, piense distinto. En ese momento me sentaré ante una mesa para escribir. Pero ahora quiero escribir la mayor cantidad de obras grandes.
Hamano Ryuho sensei: “El Shodo enfatiza sobre aquello que no se ve de las palabras”
Maestro, cuando realiza una demostración en vivo, como la que dará el 28 de mayo próximo, se lo nota profundamente concentrado: ¿cómo podría definir su estado mental en ese momento?
No lo sé. Puedo decir que cuando realizo una demostración como la que hice en el evento de apertura, no veo lo que está adelante, no escucho, solo miro el espacio blanco al frente mio, y todos mis pensamientos van allí. Pienso antes de escribir, pero una vez que el pincel empezó a moverse, el cuerpo se mueve solo. De alguna manera estamos hablando de improvisación, aunque no lo es.
Mi búsqueda es la armonía, inconscientemente mantengo la armonía. Escribir “Shodo” es como entonar una canción: durante la ejecución me voy a encontrar con momentos distintos, con “fermata”, “estocatto”, con emociones. Así yo también, en mis presentaciones en vivo busco llevar la obra hasta un pico, para luego bajar y terminarla. Desde ese estado, desde esa posición, cuando hago caligrafía es como si le estuviera hablando a las personas.
Co-fundador de ReporteAsia.