Sobre mi abuela, Elena de Olazábal de Hirsch, multifacética y adelantada a su tiempo

abuela

Quienes nos dedicamos a la función empresarial siempre estamos buscando inspiración para llevar adelante los desafíos que plantean los mercados actuales, especialmente después de la pandemia de Covid-19 y la Guerra en Ucrania, que cambiaron, y siguen cambiando, el mundo tal como lo conocíamos, en especial todo lo relacionado a la producción de alimentos, negocio en el que la familia que compongo tiene mayor recorrido. En mi caso particular, definitivamente, mi abuela, Elena de Olazábal de Hirsch, es una figura que resulta directriz en mi accionar como persona de negocios y también como individuo y hombre de familia. Su vida misma ha sido para mi, y para toda mi familia, un ejemplo de rectitud y un camino a seguir.

La recuerdo como una persona sabia, de enorme capacidad para el desarrollo de negocios, lo mismo que con una visión empresarial propia. Y por supuesto, poseedora de una gran calidad humana, que expresó en todas las facetas de su vida. 

Su carácter multifacético se vio reflejado en una amplia gama de intereses, logrando imprimirle a cada uno la pasión que la caracterizaba. 

Desde ya, era una mujer de una personalidad avasallante, y de una gran resiliencia, como demostró en 1987, cuando, debido al fallecimiento de Mario Hirsch quedó al frente de la dirección de varios proyectos agropecuarios, adquiriendo nuevas estancias y triplicando el número de reproductores vendidos durante su gestión. 

Tal fue su éxito, que, al frente de la compañía Bellamar Estancias, se convirtió en la segunda criadora de toros en la Argentina y una de las mujeres más destacadas en el ámbito empresarial del país, llevando adelante de esta manera el legado de su marido con un enorme compromiso.   

La recuerdo como una persona sabia, de gran capacidad para el desarrollo de negocios, lo mismo que con una visión empresarial propia

No puedo imaginar lo dificultoso que habrá sido para ella enfrentar la pérdida de su compañero de vida, en un contexto mundial tan difícil: por entonces, el fin de la Guerra Fría preparaba el inicio de la Globalización y los mercados de alimentos eran altamente volátiles, con muchas empresas familiares, como la nuestra, siendo digeridas por estructuras más grandes. 

Sin embargo, queda claro, por los resultados obtenidos, que Elena era dueña de un gran temple y que tuvo la capacidad de aplicar una estrategia eficaz durante su administración, ayudando, sin lugar a dudas, a consolidar un crecimiento valioso en la historia de este grupo familiar. Por supuesto que, el desarrollo y crecimiento, tanto empresarial como humano, no hubiese sido posible sin el sostén permanente y la lealtad de sus colaboradores más cercanos, en quienes pudo apoyarse para sortear dificultades y potenciar oportunidades.

Luego de esto, Bellamar Estancias S.A., empresa que presido, se convertiría en una de las compañías agropecuarias más importantes de la Argentina, con establecimientos en Buenos Aires, Córdoba, Formosa, San Luis y Salta, dedicadas a la actividad agropecuaria. 

Otro ámbito en el que se destacó fue el artístico, a través de su participación en distintas fundaciones y apoyando a diversos artistas. 

su carácter multifacético se vio reflejado en una amplia gama de intereses, logrando imprimirle a cada uno la pasión que la caracterizaba

Su compromiso con la cultura la llevaría, desde 1995, a ser presidente de la Fundación Para las Artes, concesionaria del Centro Cultural Borges. Y, además, a ser socia protectora de la Asociación Amigos del Museo Nacional de Bellas Artes y de la Federación Argentina de Amigos del Museo, entre otras entidades en las que se involucró. Parte de su colección personal, que cuenta con piezas de arte europeo de los siglos XV al XVIII, de grandes maestros de las escuelas flamenca y holandesa, puede encontrarse en la sala Hirsch del mencionado museo porteño. 

Elena se destacó, también, como una persona profundamente católica y se comprometió con causas solidarias. Desde esa posición, realizó innumerables obras, muchas de ellas desconocidas, a través de las cuales mejoró la calidad de vida de aquellos con quienes colaboró durante toda su vida, apoyando la idea de una sociedad con oportunidades para todos. Esa misma filosofía es lo que hoy se mantiene en nuestra familia, comprometida con la ayuda solidaria y la protección de entidades de bien común.  

queda claro, por los resultados obtenidos, que era dueña de un gran temple y que tuvo la capacidad de aplicar una estrategia eficaz durante su administración

En un tiempo en el cual se destaca cada vez más el rol de las mujeres en todos los aspectos de la sociedad, rescato la figura de mi abuela como una verdadera líder, una mujer adelantada a su época.

Siendo una figura tan renombrada en su momento, se distinguió, sin embargo, por su bajo perfil, aunque durante décadas haya participado activamente de la vida social argentina e internacional. 

Por todo esto, es este tiempo tan especial de la Historia, donde los criterios conocidos de los negocios se modifican, donde la venta de commodities y la producción de proteínas se ha transformado en un asset cada vez más estratégico, con un aporte tecnológico considerable, y cuando los desafíos globales impactan sobre las estructuras empresariales de manera impensada, la obra de mi abuela, Elena de Olazábal de Hirsch, representa una lección de humanidad y de capacidad de trabajo que nos inspira en el día a día a tomar decisiones sólidas y reflexionadas, y nos lleva a impulsar la expansión de nuestras operaciones y su diversificación hacia nuevos sectores y mercados. 

A cinco años de su partida, su legado está más vigente que nunca. 

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Presidente de Bellamar Estancias S.A - Presidente TDoss S.A - Presidente Tater Blue S.A - Co founder Aqua Capital Partners - Co founder Kadita Partners

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