Gracias al pacto de libre comercio que México tiene con Estados Unidos y Canadá, varias empresas chinas se han instalado en el país latinoamericano para eludir los aranceles de EE.UU.
Según el sitio Bloomberg.com, la inversión china en México pasó de 154 millones de dólares en 2016 a 271 millones al año siguiente, cuando Donald Trump asumió la presidencia amenazando con una guerra comercial.
Los problemas de la cadena de suministro de la pandemia y la angustia causada por las medidas tecnológicas del presidente chino, Xi Jinping, han catapultado a más empresas chinas a través del Pacífico, con una inversión en México que alcanzó algo menos de 500 millones de dólares el año pasado.
Aunque no se trata de una iniciativa política de Beijing, varios responsables políticos del gobierno chino han bendecido el impulso de las empresas de bajo margen para deslocalizar la producción a medida que el enfoque de China se desplaza hacia el fomento de las industrias manufactureras avanzadas, como los semiconductores y los vehículos de nueva energía. En 2015, el gabinete chino emitió un documento que alentaba la "cooperación internacional en materia de capacidad de producción".
Pero las empresas chinas no son las únicas que buscan en México un medio para lidiar contra los impuestos estadounidenses. Japón viene haciéndolo desde la década de 1990 con los fabricantes de automóviles que comenzaron a abrir plantas en el país en respuesta a un aluvión de restricciones a la importación del entonces presidente, Ronald Reagan.
Esta estrategia de las empresas chinas, también favorece en gran medida a México, que ha visto su oferta laboral aumentada y así como también la inversión en el país.
Aunque el coste de los materiales y la mano de obra es generalmente más alto en México que en China, la brecha se ha ido reduciendo a lo largo de los años, ya que los salarios en China crecen a un ritmo más rápido. Además con un aumento de las tarifas de transporte inducido por la pandemia, también ha reducido la ventaja económica de la fabricación en China.
Productores mexicanos esperan que el costo de producción será igual al de China una vez que se incluya el transporte marítimo. También México cuenta con una ventaja esencial, el tiempo de entrega.
Los productos fabricados en China tardan unas 10 semanas en enviados a los clientes de EE.UU., mientras que los fabricados en México solamente tardan unas cuatro semanas.
Según Bloomberg, varios inversores chinos también están buscando ubicaciones en México. Una filial del Grupo Gezhouba, un conglomerado de la construcción, ha dicho que planea construir un parque industrial cerca del Puerto de Lázaro Cárdenas en el estado de Michoacán.
La empresa contemporánea Amperex Technology, el mayor fabricante de baterías para vehículos eléctricos del mundo, está considerando ubicaciones en Chihuahua y Coahuila para una planta que podría suministrar a Tesla y Ford Motor, un proyecto que podría tener un precio de hasta 5.000 millones de dólares.
Algunos estados mexicanos están implementando políticas para seguir atrayendo a la inversión china. Nuevo León está construyendo dos "supercarreteras" hacia la frontera con EE.UU. además, al igual que muchos de sus vecinos en la frontera, también ofrece exenciones de impuestos sobre la nómina para las empresas que cumplan ciertos criterios.
A pesar del reciente aumento, las inversiones chinas en México aún están lejos de igualar a las estadounidenses, sin embargo, se espera que en los próximos años la presencia asiática México no haga más que crecer.