Mucho se habla en el Cono Sur del corredor bioceánico. Se trata de una política para conformar una red logística, de infraestructura y productiva que permita una mayor interacción con los mercados de India, Asia Pacífico y Lejano Oriente, al fortalecer la salida de exportaciones (y la entrada de importaciones) por el Océano Pacífico, como complemento de las rutas ya consolidadas por el Atlántico. Y Atacalar está en el centro de esta idea.
El proyecto bioceánico en sí implica muchos aspectos que deben ser integrados para lograr una mayor unidad entre naciones vecinas, que permita costos logísticos más competitivos, stocks más voluminosos, gestiones unificadas, y en general, mayor escala.
Justamente, la Macro Región de Atacalar se encuadra dentro de los esfuerzos que se están llevando a cabo para lograr este tipo de integraciones territoriales y comerciales. Formalmente, se trata de organismo de integración sub-nacional transfronterizo compuesto actualmente por las provincias argentinas de Catamarca, Córdoba, Entre Ríos, La Rioja, Santa Fe, Santiago del Estero y Tucumán; y la III Región chilena de Atacama, que incluye a las provincias de Chañaral, Copiapó y Huasco.
Proyectos como Atacalar son impulsados, en la mayoría de los casos, a nivel subnacional, por provincias que conforman, para ello, estructuras políticas junto a distritos de países lindantes.
A esto se lo conoce como paradiplomacia, o la generación de contactos directos entre gobiernos no centrales en una nación con sus contrapartidas subnacionales en otrOs PAÍSES distintos, para el desarrollo de proyectos en común.
En este sentido, es simbólico otro plan que también busca establecerse como plataforma para el corredor bioceánico: la ZICOSUR o Zona de Integración del Centro Oeste de América del Sur. Esta nació en abril de 1997, conformada por distintas provincias de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Perú, Uruguay y Paraguay, con la visión puesta en incrementar los intercambios comerciales con el continente asiático.
El planteo comercial
Argentina se ha consolidado como un proveedor internacional de materias primas y de
productos agrícolas primarios, pero se trata de ítems que China y los países de Asia Pacífico también adquieren de otras naciones, y en muchos casos, a tasa cero, gracias
a Tratados de Libre Comercio (TLC).
Por ello, para Argentina acceder a los mercados asiáticos por Chile implicaría un profundo cambio de paradigma. Y no solamente estamos hablando de aprovechar fletes marítimos un 30% más baratos o de realizar los envíos de manera más veloz (ahorrándose dos semanas de viaje). Más allá de esos beneficios, Atacalar propone usufructuar los TLC que Chile tiene firmados con múltiples naciones asiáticas, para, a través de ellos, ingresar a esos mercados sin aranceles.

La integración empresarial entre Argentina y Chile
La forma para aprovechar los TLC chilenos es a través de encadenamientos productivos. Estos se consolidan mediante asociaciones empresariales entre capitales chilenos y argentinos para producir un producto exportable en forma conjunta. Y lo más interesante es que mucha de la construcción legal necesaria para realizar este tipo de encadenamientos ya está vigente. Cabe nombrar el Acuerdo de Complementación Económica ACE-N°-16, en el que Argentina y Chile estipulan el intercambio de servicios,
factores productivos y la coordinación sectorial, destacándose la sinergia en los
sectores minero, agrícola y fruto-hortícola.
Otra herramienta disponible es el Acuerdo de Complementación Económica 35 (ACE 35) entre Chile y el MERCOSUR alcanzado en 2011, que asegura el libre comercio para todo el universo de bienes, a excepción de los provenientes de zonas francas.
Es decir que Argentina puede exportar a Chile sin arancel, sumar valor allí a través de la asociación con capital chileno (cambio de origen) y luego exportar el bien terminado hacia los países en los que Chile tiene mejores condiciones arancelarias y comerciales que Argentina.
La forma para aprovechar los TLC chilenos es a través de encadenamientos productivos
Para Chile, por su parte, este tipo de encadenamientos implican maximizar el uso de su infraestructura portuaria, que en la actualidad se encuentra subutilizada y aprovechar la capacidad productiva y el espacio disponible en las provincias argentinas que integran Atacalar para desarrollar cultivos (economías regionales). Así también, le representa la posibilidad de proveerse de materias primas y subproductos para poder acceder a más categorías comerciales de sus TLC, o aumentar su participación en segmentos en los que está presente de forma marginal.
Este esquema de articulación entre ambos países se lograría combinando las materias primas o subproductos argentinos, que recibirían cierta transformación, proceso de localización o grado de industrialización (cambio de origen) en el país transandino para poder ser exportados como Made in Chile. En este proceso pueden aprovecharse aquellos
cultivos/productos que no se producen en escala en Chile ni se exportan actualmente desde Argentina a China, Japón, Corea del Sur y países del ASEAN, justamente por no poder competir con los aranceles “cero” que proponen los TLC.
Considérese que ante la exención de aranceles que implican los TLC para los productos chilenos, la Argentina enfrenta imposiciones tributarias que limitan su competitividad, condicionando severamente su participación en esos mercados y coartando la inversión en los sectores productivos involucrados. Esto sucede, por ejemplo, en el caso de los vinos. El producto embotellado de las bodegas chilenas accede exento de tarifas a todo Asia, mientras que los de origen argentino enfrentan, sólo en el caso de China, aranceles de más del 20%.

Impulsar la exportación por el Pacífico y fortalecer el Atlántico
Pero hay un aspecto que es primordial aclarar. La Macro Región de Atacalar no significa una competencia para los negocios ya existentes de los puertos de Santa Fe, Buenos Aires, etc; sino generar toda una nueva economía a partir de la articulación empresarial y de procesos entre Argentina y Chile, una cadena de valor basada en productores regionales de Argentina y la maquila chilena. De esta manera, aquello que se exportaría por los puertos de Atacama hacia esos mercados sería un producto binacional argentino-chileno. Por ello, Atacalar funcionaría como un complemento a la exportación Made in Argentina de productos de mayor valor agregado que tiene lugar por el Océano Atlántico.
En este marco, algunos de los sectores con mejores oportunidades para ensamblarse tienen que ver con el sector ganadero (incluyendo carnes, grasas, embutidos, cueros y lácteos, entre otros), aceites (soja, oliva girasol, etc.), frutas (incluyendo frescas, secas, jugos y mostos de naranja, mandarina, limones, uvas, manzanas, peras, arándanos, etc.), forestales y textiles, tabaco y frutos secos, entre otros.
Para Chile, por su parte, este tipo de encadenamientos implican maximizar el uso de su infraestructura portuaria
Por otra parte, téngase en cuenta que, a nivel infraestructura, la consolidación de Atacalar estipula una inversión de US$2500 millones para actualizar las estructuras carreteras y ferroviarias, además de los pasos trasandinos de San Francisco, en Catamarca, y Pircas Negras, en la Rioja; monto que nos da una idea sobre el tamaño del proyecto y sus implicancias. Hay mucho trabajo todavía por delante. Pero debe saberse que tanto China, como Japón y Corea del Sur han manifestado ya interés en financiar y construir parte de las obras involucradas.
Y el interés de estas potencias asiáticas tiene mucho sentido. Atacalar, como zona económica, puede transformarse en un hub de negocios de valor global, con cualidades especiales para Asia. Por la diversidad de sus climas y geografías, Atacalar tiene capacidad de proveerlas, en general, tanto de productos primarios (PP), manufacturas de origen agropecuario (MOA), manufacturas de origen industrial (MOI), combustibles y energía (CyE).
Co-fundador de ReporteAsia.