El sector agrícola se encuentra en primera línea frente a los desafíos medioambientales. A medida que el clima va cambiando sus patrones normales y volviéndose más impredecible, los agricultores se ven obligados a adaptar sus prácticas, empleando estrategias para mitigar el impacto de estos cambios en el rendimiento de los cultivos.
El cambio climático se manifiesta de diversas maneras, siendo el aumento de las temperaturas y el cambio de las estaciones dos de las alteraciones más notables. Las repercusiones son sustanciales y afectan directamente a las prácticas agrícolas tradicionales.
El aumento de las temperaturas contribuye a alterar los regímenes de precipitaciones, a prolongar las sequías y a hacer más frecuentes los fenómenos meteorológicos extremos, todo lo cual plantea graves amenazas para la estabilidad y la productividad de los sistemas agrícolas.
Con el aumento de las temperaturas, la distribución geográfica de los cultivos está cambiando. Cultivos que tradicionalmente se cultivaban en regiones específicas se cultivan ahora en zonas donde antes se consideraban inadecuadas. Este cambio obliga a los agricultores a reconsiderar su elección de cultivos, buscando variedades que puedan prosperar en las nuevas condiciones climáticas.
Estrategias de adaptación
En respuesta a estos retos, el sector agrícola está aplicando una serie de estrategias de adaptación para garantizar la resistencia del sector. Una de ellas es la adopción de variedades de cultivos resistentes al clima. La colaboración entre investigadores, expertos agrícolas y agricultores ha dado como resultado el desarrollo y la introducción de cultivos más adecuados para resistir el cambio climático. Por ejemplo, variedades resistentes a la sequía y al calor que pueden prosperar en condiciones que antes se consideraban inhóspitas.
Además, la diversificación de cultivos está ganando terreno como medio de mitigar los riesgos asociados al cambio climático. Los agricultores están ampliando la gama de cultivos que cultivan, reduciendo su dependencia de un solo cultivo y mejorando la resistencia general de sus sistemas agrícolas. Esta diversificación no sólo amortigua los problemas relacionados con el clima, sino que también contribuye a mejorar la salud del suelo y la biodiversidad.
La tecnología como herramienta agrícola
La integración de la tecnología en la agricultura está demostrando ser una herramienta vital para mitigar el impacto del cambio climático. El uso de tecnologías avanzadas para optimizar diversos aspectos de la agricultura, son cada vez más populares.
Los drones, las imágenes por satélite, el uso de tecnologías de sensores y las máquinas automatizadas permiten al sector evitar el despilfarro de recursos y aumentar la eficiencia de las prácticas agrícolas.
La escasez de agua es una preocupación creciente, y los agricultores también están aplicando la tecnología moderna para hacer frente a este reto. La implementación generalizada de sistemas de riego por goteo, que suministran agua directamente a la base de las plantas, es un ejemplo destacado. Este método no solo preserva el agua al reducir la evaporación, sino que también optimiza la eficiencia en el uso del recurso hídrico, asegurando que cada gota se aproveche al máximo.
Otro ejemplo notable son los sensores de humedad del suelo, que posibilitan un riego preciso y evitan el exceso de riego. Esta práctica no solo contribuye a la conservación del agua, sino que también garantiza que los cultivos reciban la cantidad adecuada de hidratación, fomentando así un crecimiento óptimo y saludable.
https://reporteasia.com/economia/2023/11/08/importancia-estrategica-materias-primas-sudamerica/
Iniciativas gubernamentales
Los gobiernos y las organizaciones internacionales desempeñan un papel fundamental en respaldar a todos los actores del sector agrícola en la adaptación a los desafíos planteados por el cambio climático.
Los líderes políticos están tomando conciencia de la necesidad de estrategias integrales que impulsen prácticas agrícolas sostenibles y proporcionen apoyo financiero para la adopción de métodos agrícolas resilientes.
Las iniciativas políticas abarcan una variedad de medidas, como subvenciones destinadas a la adquisición de semillas resistentes al clima, incentivos fiscales para la implementación de prácticas agrícolas ecológicas y asistencia financiera para la instalación de fuentes de energía renovable en las explotaciones.
Al alinear los incentivos económicos con las prácticas sostenibles, los gobiernos buscan establecer un marco que estimule la toma de decisiones respetuosas con el medio ambiente dentro del sector agrícola. Este enfoque refleja un compromiso con la creación de políticas que no sólo aborden los retos inmediatos, sino que también fomenten la resiliencia a largo plazo en la agricultura frente a un entorno cambiante.
El camino a seguir
A pesar de los progresos realizados en la adaptación al cambio climático, los agricultores se enfrentan a varios retos y barreras. El acceso a la tecnología y la información, especialmente para los pequeños agricultores de los países en desarrollo, sigue siendo un obstáculo importante. El coste de aplicar tecnologías avanzadas y prácticas resistentes al clima puede resultar prohibitivo para muchos, lo que dificulta su adopción generalizada.
Además, los cambios en los patrones climáticos pueden crear incertidumbre, lo que dificulta a los agricultores predecir los mejores momentos para la siembra y la cosecha. Los fenómenos extremos, como las inundaciones o las olas de calor, pueden provocar la pérdida de cosechas y pérdidas económicas.
Mientras el mundo lidia con las consecuencias del cambio climático, el sector agrícola se sitúa a la vanguardia de la innovación.
Los agricultores, los investigadores, los responsables políticos y las comunidades deben trabajar codo con codo para desarrollar y aplicar estrategias de adaptación que garanticen la resistencia y la sostenibilidad de la agricultura.
Invertir en investigación y desarrollo para crear variedades de cultivos resistentes al clima, ampliar el acceso a la tecnología y la información y crear marcos políticos de apoyo son componentes esenciales de un enfoque integral de la adaptación al cambio climático en la agricultura. Abordando estos retos de forma colectiva, la comunidad mundial puede dar lugar a un sector agrícola que no sólo pueda adaptarse al cambio climático, sino también pueda contribuir a los objetivos más amplios de sostenibilidad medioambiental y seguridad alimentaria.
La investigación que aborda la conexión entre el cambio climático y la agricultura destaca la necesidad imperante de emprender esfuerzos integrales y colaborativos. La evolución de los desafíos medioambientales demanda soluciones innovadoras. El tránsito hacia una agricultura resistente al clima implica un compromiso constante, la colaboración activa y una visión compartida para forjar un futuro más sostenible y resiliente.
Paramérica, fundada en 1994 en el Noroeste Argentino, es una empresa familiar arraigada en la agroindustria, parte del Grupo Ruiz. En menos de una década, se consolidó como líder mundial en la exportación de poroto negro. En 2016, diversificó su negocio hacia la citricultura, exportando granos y limón a nivel global.