
No queda duda que hay dos partes del mundo que están llamadas a acercarse mucho más, en su proceso de desarrollo como economías y como sociedades en general. Me refiero al Sudeste Asiático y a América Latina, más específicamente a Singapur y al MERCOSUR. Por supuesto, como es sabido, el bloque que involucra a Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay no está pasando por su mejor momento, en cuanto cada país mantiene políticas de relacionamiento internacional que dividen internamente las aguas, debilitando su potencial para negociar grandes proyectos comerciales en conjunto.
No obstante, Singapur se presenta como un socio para todo el bloque, y eso resulta atractivo en varios aspectos, pero especialmente como un factor que promueve la unión regional, mientras otras naciones de Asia, como la República Popular China, fomentan diálogos por separado con cada país. Tal es el caso de Uruguay, que estaría perfeccionando un Tratado de Libre Comercio (TLC) con el gigante asiático para posicionarse como un hub de sus productos a nivel América Latina, y a su vez, para mejorar la competitividad de sus exportaciones.
Sin embargo, no hay que dejarse llevar por análisis de coyuntura o conclusiones superficiales. Quien conoce el Sudeste Asiático sabe que la presencia de China allí es fundamental para explicar el desarrollo reciente de esta zona del mundo. Por ende, los países que constituyen la ASEAN (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático) conforman una economía en sí misma, y un puente, además, para hacer negocios con la potencia más grande de Asia.
Al respecto, destaco que la ASEAN (integrada por Brunei, Camboya, Indonesia, Laos, Malasia, Myanmar, Filipinas, Singapur, Tailandia y Vietnam) y China resultan ser los mayores socios comerciales uno del otro, con un comercio bidireccional que alcanzó el nuevo récord de US$ 669.000 millones en 2021. Y debe considerarse, al mismo tiempo, que China es el mayor inversor extranjero directo en muchos de esos países del Sudeste Asiático. Por ende, es importante romper con las concepciones erradas que podamos tener y comprender a la zona asiática como un todo, en el que sus economías están sutílmente interconectadas.
El acuerdo Singapur-Mercosur
Como un signo de los tiempos que se avecinan, este año, más precisamente el 20 de julio, en Asunción, Paraguay, el MERCOSUR y Singapur anunciaron durante la LX Reunión Ordinaria del Consejo del Mercado Común la conclusión de las negociaciones para un Acuerdo de Libre Comercio entre ambas partes, en lo que representa el primer acuerdo comercial del bloque regional con un país miembro de la ASEAN.
De base, un acuerdo con Singapur, tiene implicancias directas en toda nuestra región. Pero cada país desarrolla un plan propio al respecto, basado en sus características particulares. Si hablamos de Paraguay, debe entenderse que tiene un interés muy específico detrás del mismo, ya que le permite comercializar con la República Popular China sin tener que romper sus valoradas relaciones diplomáticas con Taiwán. De hecho, ha trascendido que Paraguay impulsó muchísimo este acuerdo durante su presidencia pro tempore del MERCOSUR, con la idea de construir un camino indirecto para poder captar inversión china a través de Singapur.
Luego, este acuerdo, para el MERCOSUR en general, viendo a Singapur como destino de sus exportaciones, constituye un interesante y nuevo mercado, tanto por lo que representa su PBI per cápita (de casi US$ 60.000) como por sus crecientes necesidades de importación de alimentos y energía.
Por otra parte, si vemos a Singapur como puerta de entrada para los demás mercados de la ASEAN, por su condición de hub logístico y financiero, la potencialidad es todavía mucho mayor. Dimensionar el tamaño del mercado de ASEAN no es fácil, pero tengamos en cuenta los siguientes datos: incluye a más de 640 millones de habitantes, la zona crecía antes de la pandemia al 5% anual, y la integran nuevas potencias regionales como Indonesia, Filipinas, Vietnam, o Malasia, todas ellas, al mismo tiempo, con amplios intereses e inversiones en América Latina en distinto sectores, como el Halal, tema que abordaremos en otros artículos.
Hablando específicamente de Argentina, sus exportaciones hacia Singapur ,aunque significativas, pueden considerarse elementales todavía. Durante el 2021 se registraron ventas hacia ese país asiático por U$S 81,4 millones, siendo los principales productos: combustibles minerales, merluzas negras, carne aviar, vinos y mostos, frutas y carne bovina. Pero la oferta puede crecer mucho más todavía.
Veámoslo también desde el otro lado. Singapur es un importante inversor a nivel global en una multiplicidad de sectores económicos, por lo que el acuerdo alcanzado este año favorecerá la atracción de capitales de ese origen hacia el MERCOSUR, donde ya existen inversiones singapurenses mayoritariamente localizadas en los siguientes sectores: software, industria química, plásticos, agricultura y ganadería, minería y petróleo.
Por todo esto, puede concluirse que hay mucho trabajo ya realizado, y mucho más por hacer. Justamente, en Argentina, el proyecto de la macro-región Atacalar marca un camino a seguir. Se trata de una zona constituida por 7 provincias argentinas (Catamarca, La Rioja, Tucumán, Santiago del Estero, Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos), además de Atacama, en Chile, cuyo empresariado está construyendo un perfil para atraer inversión asiática en general, con foco en China y en la ASEAN.
Queda por delante la ardua tarea de transformar estas oportunidades en negocios concretos, que apoyen el crecimiento de las economías y las poblaciones que integran la ASEAN y el MERCOSUR. En este marco, Singapur puede ser entendido, sin lugar a dudas, como un socio estratégico en esa construcción.
Nicolás Caputo titular del Grupo Caputo, es uno de los empresarios más influyentes de Argentina, con experiencia en múltiples sectores como construcción, producción de equipos de aire acondicionado, tecnología y energía. Ocupó la función de cónsul de Singapur en Argentina, designado por el Ministerio de Relaciones Exteriores del país asiático y fue cónsul argentino ante Singapur.