El Mar de China Meridional ha sido por siglos el punto neurálgico del comercio entre el Este Asiático y el resto del mundo. Por su condición geográfica privilegiada, aún hoy continúa siendo una vía acuática vital para el comercio global, lo que hace que su control no solo sea atractivo, sino imperativo si se pretende asumir una posición de poder global.
Por ello, desde Japón durante la Guerra del Pacífico, Estados Unidos durante la Guerra Fría, hasta la República Popular China en la actualidad, las potencias con intereses hegemónicos han buscado el control –de jure o de facto– del Mar. En particular, el valor del Mar no reside solo en su rol en el comercio internacional, sino también en la capacidad geoestratégica que ofrece como punto nodal del Indo- Pacífico.
En este sentido, es reclamado en partes por hasta seis países al mismo tiempo. Tal situación no deja otra opción más que el multilateralismo como mecanismo de manejo del conflicto, aunque ello no significa que sea un mecanismo exitoso, por lo menos hasta ahora.

El conflicto
El conflicto general en el Mar de China Meridional puede dividirse en dos categorías principales: aquellos diferendos bilaterales entre un miembro de ASEAN y China, y los conflictos que involucran a dos o más miembros de ASEAN, y China.
Entre los conflictos de la primera categoría se hallan: aquel entre Vietnam y China sobre las islas Paracel y las aguas adyacentes; entre Filipinas y China por el Bajo de Masinloc y la parte oriental de las islas Spratly; entre Indonesia y China por las islas nororientales del archipiélago de las Natuna; y entre Malasia y China, y Brunéi y China por las aguas contiguas a las costas septentrionales de Borneo.
Estos cinco diferendos surgen de las aguas que corresponden a los reclamos de los miembros de ASEAN en base a las Convención de los Derechos del Mar, y que se superponen con el reclamo chino de las Nueve Líneas, que autoadjudica al gigante asiático casi la totalidad del Mar.
el valor del Mar no reside solo en su rol en el comercio internacional, sino también en la capacidad geoestratégica que ofrece como punto nodal del Indo- Pacífico
Los conflictos de segunda categoría también poseen como factor común el reclamo chino, pero al mismo se añade la disputa entre Vietnam y Filipinas por la mayor parte de las islas Spratly, a la que se añade el reclamo de Malasia y Brunéi sobre el extremo meridional del archipiélago. Esta situación convierte de hecho a las islas y sus aguas circundantes en un territorio quíntuplemente reclamado, erigiéndose como el caso conflictual más sensible en el Mar.
El rol de ASEAN
ASEAN es un mecanismo de cooperación altamente efectivo para los Estados que agrupa. Dicha efectividad viene dada por compromisos –tácitos o expresos– que han asumido los Estados miembro en base a una visión utilitaria del organismo.
La capacidad de respetar los principios fundacionales y de sostener compromisos a largo plazo son las principales razones de la constante creciente integración en la región.
Entre los principios mencionados, que constituyen la denominada ASEAN Way, se hallan: el de no interferencia, que funge de piedra angular para la Asociación y para los diálogos que sus miembros mantienen en su seno; el principio de musyawarah, que implica la discusión y la consulta como mecanismos operativos; y el de mufakat (o consenso), como método de toma de decisiones –y estrategia para no revelar las divisiones internas–.
Supeditado a dichos principios, con la ampliación de la cantidad de miembros (y de agendas), la Asociación ha ido sumando principios a su acervo: la ayuda mutua frente a desastres naturales, la defensa mutua ante agresiones extranjeras, el esfuerzo comunitario por construir un mercado común, la defensa de los derechos de los nacionales de cada país que residen o transitan por otros países de la región, entre otros.
La capacidad de respetar los principios fundacionales y de sostener compromisos a largo plazo son las principales razones de la constante creciente integración en la región
A medida que los aparatos estatales fueron consolidándose, la región dejó de ser víctima de intervenciones de potencias externas, y nuevos Estados se sumaron a la Asociación. Se fue configurando una mirada identitaria regional que permitió la construcción de bienes comunes.
El principio de no interferencia es funcional a la autonomía estatal, por lo que la pertenencia a ASEAN no supone una potencial amenaza a los intereses particulares de los miembros, aun cuando los mismos entren en conflicto con los intereses regionales. Es así que ASEAN sacrifica, ya en su matriz fundadora, la idea de la gobernanza regional en favor del fortalecimiento de los aparatos estatales nacionales.
El alto consejo
En el Tratado de Amistad y Cooperación de 1976 en su artículo 14, los países miembro incorporaron la figura del Alto Consejo como mecanismo de manejo y resolución de conflictos, que funcionaría de manera sui generis ante cada caso que se presentare. En 2001, se adoptaron las reglas de procedimiento que permitirían hacer operativo al Consejo en caso de que algún miembro lo solicitara.
El principio de no interferencia es funcional a la autonomía estatal, por lo que la pertenencia a ASEAN no supone una potencial amenaza a los intereses particulares de los miembros
Un proceso de integración de larga data como ASEAN debería poder, al menos, ser capaz de manejar los conflictos intramurales a través de instituciones propias. Al no ocurrir esto, los países miembro recaen en instituciones internacionales como los Tribunales de Arbitraje de La Haya, o en acuerdos no vinculantes como la Declaración de Conducta sobre el Mar de China Meridional de 2002.
Esta dependencia en mecanismos externos refuerza la percepción entre los Estados miembro que sus pares no son lo suficientemente confiables como para constituir mecanismos comunitarios imparciales, debilidad de la que algunos actores externos intentan aprovechar para promover la desunión en la Asociación.
Acuerdos de desarrollo conjunto
Una posibilidad factible para manejar los conflictos territoriales es apelar a su aspecto económico. La explotación de los recursos vivos y no vivos de las aguas en disputa es de vital importancia para las economías de la región, y el establecimiento de reglas claras para llevar adelante las actividades de pesca y exploración y extracción de recursos hidrocarburíferos resulta imperativo para comenzar un proceso de prevención de escaladas de conflictos, dado el peso de la geoeconomía en el sistema internacional.
Esta idea no es nueva, y de hecho existen varios ejemplos a nivel global que representan éxitos rotundos y, aunque no lleven a la resolución del conflicto de fondo (los reclamos territoriales), ayudan a paliar sus consecuencias no deseadas sobre la economía, a la vez que cimientan la confianza mutua.
La explotación de los recursos vivos y no vivos de las aguas en disputa es de vital importancia para las economías de la región
No obstante las posibilidades de llevar adelante proyectos de desarrollo conjuntos, tanto de manera bilateral como multilateral, en el marco de ASEAN, la aún débil cooperación económica entre los países miembro eclipsa esta opción, en favor de acuerdos más generosos con China.
Un mar de oportunidades
A pesar de las dificultades mencionadas, los conflictos en el Mar de China Meridional representan un conjunto de oportunidades para fortalecer ASEAN en un contexto de incertidumbre global, en el que la configuración estratégica del sistema internacional se está reposicionando, acabando con la hegemonía global estadounidense y presentando nuevos hegemones en un escenario multipolar.
A este respecto, el objetivo primordial de ASEAN como asociación de seguridad resurge luego de ser relegada a un segundo plano con el fin de la Guerra Fría. Si bien la agenda económica es –y debe ser– la prioridad de la Asociación en un mundo globalizado y atravesado completamente por la interdependencia compleja, la seguridad debe volver a ser prioritaria con vistas al resurgimiento de China como potencia hegemónica.
Frente a la amenaza que presenta China, y con Estados Unidos en una situación estratégica desventajosa, ASEAN es presentada con la oportunidad única de mostrar una política de seguridad asertiva e independiente.
los conflictos en el Mar de China Meridional representan un conjunto de oportunidades para fortalecer ASEAN en un contexto de incertidumbre global
Así, en la fuerza del conjunto, la Asociación se encuentra en posición de ejercer deterrence by denial, es decir, bloquear de manera activa la injerencia china en las zonas económicas exclusivas de ASEAN de manera conjunta, con patrullajes coordinados, en lo que respecta a las operaciones de campo, a la manera de la Patrulla del Estrecho de Malaca y Singapur, por tomar el ejemplo de un antecedente exitoso en la región.
La actual situación posee al menos dos desenlaces claros: por una parte, si los Estados más asertivos de ASEAN no consiguen convencer a aquellos que se sienten más próximos a China de la necesidad de hacerle frente para preservar la soberanía de la Comunidad sobre las zonas económicas exclusivas en el Mar de China Meridional, el actual borrador del Código de Conducta se verá ratificado tarde o temprano con una redacción más cercana a los intereses de Beijing que a los de Jakarta.
Por otra parte, si los miembros de ASEAN deciden hacer frente al riesgo de las revanchas económicas de China en pos de mantener su soberanía comunitaria y fortalecer la solidaridad mutua, estarían en condiciones más igualitarias de negociar con el gigante asiático –de manera bilateral ASEAN-China–, pudiéndose lograr, de este modo, un acuerdo vinculante que garantice que el Mar no sea ocupado de facto por Beijing.
El artículo es un resumen del original, publicado en la Revista Asia / América Latina.
Politólogo y maestrando en Ciencias Sociales. Docente investigador de la Carrera de Ciencia Política y del Grupo de Estudios sobre Asia y América Latina (GESAAL) y de la Universidad de Buenos Aires. Secretario de redacción de la Revista Asia/AméricaLatina