Reporte Asia entrevista a Regina Jung, artista coreano-argentina, ceramista y escultora que retrata la fe:
Mediodía invernal, y aun así, el sol brilla fuerte en Buenos Aires. Como indican las normas coreanas, llego puntual a la cita. Pero como también ha de suceder, mi entrevistada es aún más puntual que yo y ya me estaba esperando. El lugar elegido por ella no es otro que el reconocido restaurante “Una Canción Coreana”, hoy todo un emblema de la gastronomía asiática porteña. Me conduce amablemente al salón privado del local, bautizado “Regina Jung”. Pronto comprendo que el lugar de la cita no es casual.
Sé que la cúspide de este relato que está a punto de comenzar se halla en las dos obras que Regina expone, desde el año pasado, en la Catedral Metropolitana de Buenos Aires (un hito y orgullo para la comunidad coreana católica local). Sin embargo, toda historia tiene un comienzo.
“Nací en Corea, Seúl, siempre católica”, es la primera frase que sale de Regina, equiparando con orgullo el lugar de nacimiento y la fe religiosa, lo que de a poco va brindando pistas de la esencia del trabajo de la artista. “Llegamos como inmigrantes en el año 1988. Tenía 19 años. Allá estaba terminando el secundario, pero al venirme para acá tuve que pasar todas las equivalencias. Tenía dificultad con el idioma. Fui aprendiéndolo. Mientras tanto mi papá quería darme la oportunidad de ser una pintora, pero en aquel momento no era fácil poder dedicarse a lo artístico”.
En 1985, el gobierno argentino y el gobierno surcoreano firmaron un acta que buscaba traer inmigración estratégica, inversora y con ganas de apostar al crecimiento del país. La llegada de la familia de Regina bien podría resultar consecuencia de ese acuerdo. Mientras tomo notal mental de aquel dato, Leonardo, el esposo de Regina, se suma con avidez a la conversación para realizar una aclaración sobre aquello último.
“Para dedicarse ‘profesionalmente’. En Corea en su momento había mucha competencia, todo el mundo se volcaba a la actividad económica, los artistas estaban en segundo o tercer plano. Y aparte era muy costoso llevar adelante el estudio en Corea, entonces sus padres buscaron un nuevo horizonte en otro país”. Más notas mentales: entretanto aquí se impulsaba el acta de inmigración, Corea aún pujaba por salir del caos de la posguerra. Los años ’80 presentaron una mejora económica centrada en la industria pesada (lo que posteriormente se conocería como el “milagro del río Han”), aunque la apertura democrática coreana recién acontecería el mismo año en que la familia de Regina arribó a la Argentina.
Leonardo asiste a Regina para ir repasando juntos su desarrollo tanto personal como artístico. Él vino con su familia en 1986 y ambos se conocieron en la Iglesia Católica de los Santos Mártires Coreanos. Con el correr de la entrevista, me daría cuenta de sus múltiples roles: esposo, curador, apoyo –emocional y profesional – y, quizás, hasta sea su más grande admirador. Esto último, inferido a través de la infinidad de material en formato de imágenes y video de los trabajos de Regina que ha registrado y conservado a lo largo de los años y que no duda en mostrarme cuando la oportunidad se presenta. Otro elemento asociado a Corea viene a mi mente cuando los veo relacionarse.
El yin y yang, tan característico del pensamiento coreano, la noción de opuestos complementarios que coexisten conformando un todo. Comprendo que Leonardo es entonces parte integral de esta entrevista y ayuda a traducir la visión artística de Regina.
“Cuando ella estaba en Corea era muy difícil seguir el camino del arte”, continúa Leonardo. “Argentina tiene una superficie 26 veces más grande que Corea. Decidieron venir para buscar un nuevo horizonte, y ella aprovechó para buscar un camino más querido, desde el arte. Entonces, cuando llegó el año ’88 empezó a estudiar arte, y después cuando se casó conmigo, en 1993, empezó a ejercer su profesión como artista”. La idea del ‘camino’ o la ‘vía’, tan inherentemente asiática (tan descriptiva del tránsito por distintas disciplinas, aunque asociada generalmente a las artes marciales) aparece una vez más, pero esta vez desde lo artístico.
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Y así como el camino es un concepto indivisible del pensamiento en Asia, también lo es el maestro, el mentor. En este caso, se trató del recientemente fallecido Roberto del Villano, director del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires. “Él la adoptó y la ‘crió’ artísticamente y humanamente en todos los aspectos”, comenta Leonardo.
En 1985, el gobierno argentino y el gobierno surcoreano firmaron un acta que buscaba traer inmigración estratégica, inversora y con ganas de apostar al crecimiento del país
En 1997, durante su primera exposición, Regina vendió sus primeras dos obras importantes a un comprador en los Estados Unidos. Ese hecho, que permitía el sustento económico, es el que ambos señalan como el inicio de la carrera artística profesional. Ahora acumula 118 exposiciones, entre ellas, seis participaciones en BADA (Buenos Aires Directo de Artista), un espacio de encuentro entre artistas y público que comenzó a realizarse en Pilar y que en 2016 se trasladó a Buenos Aires. Regina comenta que cuando la invitaron a participar no estaba del todo segura. “Yo era la única coreana, y oriental. Sentí que habría diferencia cultural, pero la diferencia la sentí finalmente en el color. A la gente le gustaron mis obras por la diferencia de color”.

Regina se inició como pintora abstracta. Con asertividad, Leonardo explica que la obra abstracta se caracteriza por cambiar de acuerdo a la percepción de cada uno en diferentes momentos. Si bien se trata de un solo cuadro, pueden ser miles de cuadros al mismo tiempo y se deja al público su libre interpretación. En sus obras, Regina busca plasmar conceptos como el amor, la solidaridad, la fe, la fuerza y la amistad. Y estos conceptos también están ligados a esa otra esencia que la representa y que no dudó en enfatizar al iniciar la conversación: un ferviente catolicismo.
Durante el siglo XIX, la dinastía coreana Joseon vio amenazada su filosofía neoconfuciana estatal de rígidas jerarquías y rituales para los antepasados ante la creciente expansión del catolicismo y el mensaje de igualdad ante Dios. Las persecuciones no tardaron en aparecer, y las cifras de personas asesinadas durante este período se calcula en aproximadamente 10.000. En 1984, 103 de los fallecidos fueron canonizados por el Papa Juan Pablo II y desde entonces se los conoce como los “santos mártires coreanos”. Durante la visita del Papa Francisco a Corea en 2014 se beatificaron a otros 124.
En 1997, durante su primera exposición, Regina vendió sus primeras dos obras importantes a un comprador en los Estados Unidos
Dicha visita tenía, además, otra particularidad no tan promocionada: en Corea se registraba una tendencia alcista en la cantidad de creyentes católicos, que contrastaba con las estadísticas decrecientes de otras partes del mundo. Las dos obras de Regina expuestas en la Catedral (dentro de la Capilla San Juan Nepomuceno) están basadas, justamente, en estos santos y beatos. La concepción, concreción e incluso la exhibición de las obras están imbuidas de la fe de la artista y de “diosidencias” (término que, según explica Leonardo, combina la noción de “coincidencias” con “milagros”).
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Proceso de restauración de la Virgen María y el Niño Jesús en ropas tradicionales coreanas para la Iglesia de los Santos Mártires Coreanos, también a cargo de Regina Jung.
“Yo era pintora de abstracto, pero vino un sacerdote desde Estados Unidos y me expresó su intención de poner un cuadro coreano en la Basílica de Luján. Le dije que sí, pero no tenía nada preparado. De repente, le dije que le iba a hacer una obra representando a los 103 santos. Durante ocho meses me encerré en mi taller para encontrarme con ellos con meditación y rezo. Cuando terminé la obra en 2011 la entregué para enmarcar, pero no sabía exactamente la medida del lugar donde se expondría. Yo quería traer la obra a mi casa, pero fue directo desde el taller de marcos a la Basílica.
Toda la gente encargada de instalar la obra se movió hacia allá… y en ese momento recordé que no había mirado la medida. Cuando llevan la obra, no había diferencia ni de un centímetro, la altura estaba perfecta”. He aquí una “diosidencia”, pero no la única. “El sacerdote de la iglesia coreana me llama y me dice ‘Mirá Regina, ¿sabés qué día es hoy? Es el día festivo de los 103 santos”, agregó.
“Había dos paredes. Una se llenó con los 103 santos, y la otra estaba vacía. En la otra pared tuve una inspiración de que tenía que poner otros santos. Le mandé una carta al Papa Francisco y me respondió directamente en tres semanas. En ese momento, la Iglesia Católica Coreana no sabía cuándo se iban a beatificar [a los demás mártires], estaban esperando la fecha. El Papa Francisco avisó que viajaría a Corea y el Vaticano eligió finalmente a 124 beatos.
En ese momento yo no tenía figuras ni datos de los 124 beatos. Rezando, los sacerdotes me mandaron toda la información. No sé cómo supieron que la necesitaba. Mientras, la orquesta coreana-católica de París me mandó un canto para festejar a los 124”. Esta asociación parisina de músicos católicos coreanos, llamada Cecil, no sólo le envió la canción, sino también un certificado de autorización para su interpretación en Argentina. En 2013 culminó su obra de los 124 beatos y el obispo de origen coreano, Han Lim Moon -hoy al frente del culto católico en Venado Tuerto- consiguió en 2015 la autorización para ubicarla junto a la de los 103 santos en la Basílica de Luján.
El paso a paso en la creación de la obra “124 Beatos Mártires Coreanos”, hoy expuesta en la Catedral Metropolitana de Buenos Aires.
“Se bendicen los cuadros y se exhiben en la Basílica de Lujan. Era un día viernes a la tarde, no iba a haber gente y estaba muy preocupada, pero antes de iniciar la misa llegaron dos micros grandes. Eran escuelas secundarias que fueron de visita. El obispo Moon explicó entonces durante la misa sobre los 103 santos y 124 beatos. Estaba todo lleno de alumnos. Durante la misa cantamos junto con An Ra Chung la canción que me enviaron desde Francia”. Las “diosidencias” se trasladan desde la pintura hasta la música sentando las bases para la amistad con An Ra Chung, reconocida soprano de la comunidad y anfitriona del restaurante “Una Canción Coreana” donde se desarrolla la entrevista (y donde Regina, hoy, tiene el salón con su nombre).

En 2009, Regina hizo una gran exposición donde nació la serie de trabajos que llamó You Raise Me Up (en inglés, “tú me elevas”). “No sabía que existía una soprano coreana. Ese año hizo un primer concierto, y sin saber la una de la otra, a su presentación le pone el título You Raise Me Up. En una revista coreana aparecieron entonces los avisos de su concierto y de mi exposición, ambos con el mismo nombre, y así nos conocimos. En 2015 le ofrecí que cantáramos juntas en la Basílica de Luján esa canción que me mandaron desde Francia Después también cantamos en la Catedral con el hanbok. An Ra me enseñó a cantar”.
En 2013 culminó su obra de los 124 beatos y el obispo de origen coreano, Han Lim Moon
En 2015, la gran inundación sufrida en Luján afectó a la Basílica y las obras de Regina fueron movidas a la bóveda. “No sabíamos a dónde iban a ir, si al depósito de Luján, o a la iglesia católica coreana, o a mi taller. Estaba muy estresada porque las obras estuvieron en el depósito durante mucho tiempo, no sabíamos si estaban bien. Y un día, el cardenal Mario Poli visitó a la iglesia coreana y me buscó como autora de las pinturas. El sacerdote de la iglesia coreana me pidió que fuera rápido a la iglesia, hablamos con el cardenal Poli y me autorizó para llevar a la Catedral las obras desde Luján. Cuando me mostró el lugar donde estarían expuestas, ¡era muy importante! Es un gran honor”, cuenta emocionada.


La entrevista llega a su fin. Observo a mi alrededor y, entre deliciosos bocados coreanos, reparo en una pintura al fondo del salón. Se trata de una de las obras de su serie You Raise Me Up. “Las obras expuestas en la Catedral representan un cambio de estilo, algo distinto a lo abstracto que Regina venía realizando. Con lo abstracto, busca representar una fuerza, energía vital, la conversación con Dios. El elemento de fe siempre está presente”, dice Leonardo. El cuadro que observo es una amalgama de todo aquello. Regina sonríe. “A través de la fe somos todos hermanos, no importa si somos coreanos o argentinos”.
Para conocer más sobre el trabajo de la artista: Facebook Instagram
Licenciada en Estudios Orientales (Universidad del Salvador). Especialista en Relaciones Públicas. Cuenta con una diplomatura superior en Educación, Imágenes y Medios (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales). Tiene una Maestría en Industrias Culturales, Política y Gestión (Universidad Nacional de Quilmes). Es profesora de la clase sobre Japón en la materia Procesos Interculturales, de la Maestría de Diversidad Cultural (Universidad Nacional de Tres de Febrero). Imparte cursos de capacitación sobre historia, cultura y protocolo de China, Corea y Japón (Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco).