En medio de una agenda internacional dominada por la invasión rusa a Ucrania, el 9 de marzo está programado llevar adelante las elecciones a Presidente de Corea del Sur.
Resulta inevitable contextualizar la situación a nivel mundial y su implicancia para las elecciones cuando, en medio de la situación de pandemia de COVID-19 como música de fondo, Corea del Norte a la par se dispone a lanzar nuevamente un misil balístico (siendo el décimo en el año), y recibe la condena unánime en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Los candidatos presidenciales que se postulan para las próximas elecciones son Lee Jae-myung, del gobernante Partido Democrático; Yoon Suk-yeol, del Partido del Poder del Pueblo, principal opositor; Sim Sang-jeung, del Partido para la Justicia; y Ahn Cheol-soo, del Partido Popular. Cabe destacar que el Presidente Moon no puede presentarse a elecciones puesto que no puede ser reelecto, tal y como establece la Constitución.
A partir del análisis de los encuestadores, se espera una elección sumamente reñida entre el Partido Democrático (PD) y el Partido del Poder del Pueblo (PPP). Las encuestas de Realmeter y la Korea Society Opinion Institute (KSOI), por ejemplo, han ofrecido resultados dispares dentro de un margen de error ínfimo. Ambos partidos están arriba del 40% de votos positivos y se disputan el ingreso a la Casa Azul por cinco años.
Detrás Ahn Cheol-soo, el candidato presidencial del opositor minoritario Partido Popular, podría inclinar la balanza (se calcula que estaría cerca de un 8% de los votos) en tanto se disperse su voto producto de la fuerte polarización de la elección, mientras que Sim Sang-jeung del progresista Partido para la Justicia, no haría mella dado el ínfimo caudal de votos que sacaría (se estima que no superaría el 3% de votos).
Los debates presidenciales que se dieron entre los cuatro candidatos versaron principalmente en materia de seguridad y economía. Discutieron Lee y Yoon sobre la posibilidad de desplegar armas tácticas en la península coreana y sobre la situación en Ucrania y lo que implica para Corea la disuasión y la defensa del país.
Es necesario recordar las masivas protestas que generó la instalación del sistema THAAD (Terminal High Altitude Area Defense) del ejército de Estados Unidos en Corea del Sur, el cual tiene como objetivo derribar misiles balísticos de alcance corto, medio e intermedio en su última fase, por medio de un sistema de impacto directo.
Ello, a su vez, llevó a sanciones económicas por parte de China y a fuertes críticas por parte de la clase política dado que se observaba a la Presidencia de Moon como un elemento más dentro de la política de contención de Estados Unidos en la región. En el caso de China, se generaban resquemores de que el radar que usa el sistema se utilizaba con fines de espionaje.
En cuanto a la economía, se dieron cruces respecto a escándalos de corrupción (una constante en la política surcoreana) y las políticas de asistencia realizadas durante la pandemia de COVID-19, la falta de solidez fiscal y el clásico debate sobre el tamaño de los chaebol dentro de la economía y la injerencia del Estado.
Los debates presidenciales que se dieron entre los cuatro candidatos versaron principalmente en materia de seguridad y economía
Desde el Partido Democrático se habló de centrarse en resolver los problemas de injusticia para estimular el crecimiento (apuntando ciertamente a la enorme disparidad de ingresos entre mujeres y hombres, apelando al voto femenino), mientras que Yoon hizo hincapié en fomentar una economía digital. En el caso de Ahn pidió eliminar las trabas regulatorias y fomentar, de ese modo, la inversión en tecnologías científicas. Sim, por su parte, prometió una agenda de economía verde.
El resultado de la elección está más que abierto, habida cuenta de un posible traspaso de votantes de Ahn a Yoon, a pesar del rechazo del primero en fusionar candidaturas a cambio de lugares en el gabinete y cierta promesa de agenda compartida en caso de alzarse con el triunfo.
Por los próximos cinco años veremos si Corea del Sur mantiene su rumbo actual o virará ligeramente hacia una posición más conservadora y dura con respecto a la defensa, la seguridad social y la economía. Los cambios en la Península coreana se presentan como un río congelado donde a la vista no existirían modificaciones sustanciales, pero que debajo de este se movilizan las fuerzas de una sociedad en constante movimiento.
Es licenciado en Ciencia Política en la UBA (Universidad de Buenos Aires) y Abogado (UBA). Actualmente trabajando en la UIF (Unidad de Información Financiera) en la Dirección de Coordinación Internacional. Es especialista en AML/CFT/CFP, e investigador asociado de CADAL (Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina). Becario Korean Government Invitation Program.