Hoy conocemos los Sokushinbutsu, las momias de Japón

Sokushinbutsu
Cuidado de las momias por parte de monjes

¡Hola amigos! Hoy vamos a hablar de los Sokushinbutsu (literalmente “Budificados en vida”). ¿De qué se trata esto? Pues de uno de los aspectos menos conocidos de Japón ¡Los cuerpos de los monjes budistas automomificados! Te invito  a conocer estas particulares momias.

Esta práctica tan extraña a los ojos de cualquier no japonés tuvo muchos adeptos y hay registros de personas que lo intentaron desde el año 1081 hasta el año 1903 cuando se conoció el último caso. Para ese año (1903) era una práctica totalmente prohibida por el estado japonés pero algunos monjes hicieron caso omiso a esa disposición. Si bien hubo muchos que lo intentaron, solo 16 monjes lograron momificarse con éxito en todos esos años.

Sokoshinbutsu del monje Shinnyokai Shonin.

¿Pero de dónde viene esa práctica? Del patriarca budista Kobo Daishi de quien se dice que entró con vida a su tumba y que muchos años después, al abrir su tumba se lo encontró en un estado de meditación eterna.

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Su tumba actual se encuentra en el sagrado Monte Koya en la prefectura de Wakayama. Ahora bien, ¿cómo lograban estos monjes convertirse en momias? Pues con un ritual sumamente extremo y muy siniestro, por cierto. Lo describiremos lo más claramente posible.

Sokoshinbutsu.
Sokoshinbutsu.

Primero se sometían a una dieta muy estricta durante 1000 días (aproximadamente 3 años) en la que comían básicamente elementos de los árboles como frutos secos, raíces, hojas, corteza o espinas. Esa dieta los hacía bajar en masa muscular y grasas convirtiéndose en verdaderos muertos vivientes. Sobre el final comenzaban a ingerir un brebaje preparado en base a la infusión de un arbusto tóxico llamado Urushi o bien agua salinizada con arsénico.

Monjes budistas de la secta Shugendo.

Esta última etapa les provocaba vómitos que contribuían a deshidratarse completamente y además impedía que entren en sus cuerpos bacterias y gusanos ya que se encontrarían con un cadáver totalmente tóxico. Cuando sentían la presencia de la muerte avisaban a los otros monjes y lo enterraban en una caja en posición de loto junto a una campanilla y una caña de bambú que quedaría asomando al exterior y seria por donde respiraría. Cada día que pasaba, el monje hacía sonar la campanilla indicando que aún estaba vivo.

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Cuando la campanilla dejaba de sonar, abrían la caja, verificaban la muerte del monje y la volvían a tapar durante mil días más. Pasado ese tiempo volvían a abrir la caja. Si el cuerpo había entrado en estado de putrefacción, se enterraba al monje con todos los honores por haber hecho semejante sacrificio. Si el cuerpo aparecía momificado, se lo ubicaba en un lugar destacado del templo para su veneración. Cabe aclarar que esta práctica no buscaba provocar el suicidio sino que su aspiración era lograr la iluminación.

Cementerio Okunoin donde descansa el patriarca Kobo Daishi.
Templos Dainichi bo y Churenji que alberga momias Sokoshinbutsu.

En la actualidad, la mayor concentración de Sokushinbutsu exhibidos en templos se encuentran en el estado de Yamagata y si bien no es fácil llegar a estos recintos sagrados donde están exhibidos, su contemplación es una experiencia a ser vivida.

¡Hasta la próxima!

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Practicante de Artes Marciales Japonesas desde 1982 (Karate, Aikido, Iaido y Kobudo okinawense). Es autor del libro "La Ruta del Samurái". Japón para Budokas". Se destaca como estudioso de la historia y cultura de Japón. Es además columnista de la revista norteamericana Bugeisha (https://bugeisha.net/) y fundador de la empresa Budokan Argentina.